Friday, December 23, 2005

Puntada triste


No se trata de un rechazo endémico de la Navidad, ni de una posición radical contra los sistemas de mercado exacerbados por estos días. No, es solo tristeza. Supongo que el gasto de energía de los últimos meses superó todas mis reservas y por eso no logro contrarrestar efectivamente este embate; supongo que los picos eufóricos donde también he estado en días recientes tienen su contrapartida de simas melancólicas. En fin, es muy probable que ahora que mi vida ha llegado a un borde de acantilado y ya no tengo ganas de devolverme o de quedarme a vivir allí, ahora que me veo llamada a saltar al océano, esté practicando a saborear el agua salada... Esta es pues una puntada poco festiva, una forma de llanto sin lágrimas. Este es un fragmento de un cuento que escribí hace unos años, premonición literaria; porque todo lo sabemos antes de saberlo:
"Laura pronunció estas últimas palabras mientras que unas lágrimas espesas como miel se escurrían suavemente por su rostro. Eran las primeras de las tantas que le faltaban por llorar. Ahora sabía que lloraba por ella, por una parte de ella que se había muerto sin que nadie lo notara. Le dolía sentir que a veces el amor no es suficiente; se acaba la confianza y no el amor, ella misma lo había dicho, y con ella se muere un poco la inocencia. Ya no creía en el amor eterno, en el antes tan soñado "hasta que la muerte los separe", y mucho menos en el "y vivieron por siempre felices" que se supone sigue a la palabra FIN en los cuentos de hadas y en las viejas películas gringas. Ante Laura desfilan ahora los créditos de su más reciente producción, los observa desteñidos por el llanto y trata de ubicar su nombre, en la interminable lista de actores, estilistas, productores, encargados de vestuario...
Laura navegó y naufragó, le esperan otras navegaciones y uno que otro naufragio; por el momento busca llegar a puerto seguro en la odisea emprendida por el mundo peligroso de sus afectos, y encontrar en la isla de sus destinos una nueva forma de fe. Está nuevamente navegando a la deriva, pero los despojos que flotan a su alrededor son los suyos. Algo ha ganado, ya no teme ahogarse en océanos extraños, sabe que sólo podrán consumirla los mares escondidos de tristeza. Ya no teme llorar y las lágrimas han comenzado a limpiar los opacos cristales de su alma. La vida surgirá después, más nítida quizás, del otro lado de sus ojos, y podrá sentarse, como en una sala de cine, a contemplar las imágenes de estos últimos meses cual si fuera una más de los invitados al duelo." (Invitados al duelo, de Navegaciones y naufragios)

Tuesday, November 29, 2005

Puntada sobre los nuevos personajes

Una alumna me pidió que escribiera algo sobre el erotismo en el cine y la literatura del Siglo XX, fácil, claro, y me dio dos cuartillas... aquí va el resultado de semejante apriete:

EL EROTISMO EN LA LITERATURA Y EL CINE CONTEMPORÁNEOS
Alcanzamos a aburrirnos de los finales felices que parecían obligatorios en el cine y en la literatura; sin embargo, ahora los echamos de menos. Salvo de las comedias románticas, de las telenovelas y de las novelas gringas tipo best seller, las relaciones amorosas han sido desterradas; incluso las consideramos una cursilería, aunque en el fondo sigamos anhelando el beso final como augurio de que viviremos algo semejante. Actualmente leemos y vemos mucho sexo, angustiosas búsquedas de pareja, recurrentes fracasos y, claro, toneladas de frustración: es decir, soledad. La relación de pareja parece una utopía, un invento de generaciones anteriores que no tiene posibilidad de ser en estos días, y del erotismo… Bueno, creo que tampoco abunda, aunque veamos mucha carne en las pantallas, no es frecuente lo verdaderamente erótico; la pornografía se ha tomado la casa. Vamos por partes.
Desde finales del Siglo XIX, el arte se propuso la recuperación del cuerpo, de los sentidos. Encontramos personajes que sufrían porque estaban desgarrados; la sociedad mutilaba a los hombres, condenándolos a ser racionales y morales. La sensibilidad física y el deseo debían contenerse, reprimirse; cuando se les daba rienda suelta acaecía la tragedia. Esta reivindicación de lo corporal se fue dando paulatinamente. A partir de los años 60, las sensaciones han sido las protagonistas. El cuerpo se convirtió en un territorio de exploración que se recorría a bordo de múltiples naves: desde las sustancias alucinógenas hasta los cuerpos ajenos. El cuerpo del otro dejó de ser destino para ser medio, pretexto de experimentación personal. La pregunta pasó de ser "¿Hasta dónde soy capaz de llegar en mi viaje hacia el otro?" a "¿Hasta dónde soy capaz de llegar en mí mismo y mis sensaciones?": el comienzo del aislamiento sensorial y emocional, de la supremacía del cuerpo.
Luego vino el uso y el abuso del cuerpo como estrategia de mercadeo: si no se veían o se leían cuerpos desnudos el relato no resultaba muy comercial. Las escenas eróticas se valorizaron, así como las persecuciones y las mentes criminales. Dejamos de hablar de personajes, de buenas actuaciones para hablar de "símbolos sexuales" y, en la literatura, de "autores polémicos". Polémicos porque convirtieron su vida sexual en tema público, quizás en la misma proporción en que sus obras carecían de tema… En pocos años, pasamos de considerar un escándalo la revelación de la homosexualidad de una figura pública a pensar que resulta incluso vergonzoso no haber tenido "experiencias" homosexuales, grupales, alucinógenas o todas las anteriores a la vez. Y este afán de experimentación unido al culto del cuerpo joven y bello (desde ciertas concepciones bastante restrictivas) ha generado un nuevo tipo de personaje cinematográfico y literario: el solitario depresivo y neurótico. Aún en medio de las multitudes y teniendo a su alcance los más sofisticados medios de comunicación, incluso relacionándose sexualmente de numerosas y variadas formas, estos personajes se descubren incapaces de establecer relaciones verdaderas, ni siquiera con ellos mismos. Obligados a permanecer en el exterior, en la superficie, en las apariencias, actúan de manera aparentemente libre, pero están sometidos por reglas y poderes económicos que los usan y los sobrepasan. No saben permanecer dentro de ellos mismos, lo que hace de los cuerpos cascarones vacíos. De ahí que al relacionarse sexualmente con otros cuerpos, el contacto no sobrepase la capa de piel; incluso para experimentar sensaciones físicas significativas requieren estimulantes de naturaleza múltiple, porque el estimulante natural es la imaginación, pero los cuerpos sin alma no imaginan. Lo que nos diferencia de otros animales no es el lenguaje (muchas especies se comunican), sino la imaginación. La imaginación convierte el sexo en erotismo y el erotismo en amor. Nuestros personajes contemporáneos se sienten solos y buscan, sin éxito, la compañía fuera de sí mismos; cambian periódicamente de sucedáneos de presencia real. Pero sin mirarse, sin imaginarse, no conseguirán sentir aquello que tanto anhelan y que tanto temen: el erotismo y el amor. Los cuerpos han remplazado a las personas, pero un cuerpo no es un personaje interesante, se agota con tanta facilidad como se agotan las relaciones fundadas en él.
Como colofón que no tuvo lugar en el texto original, creo que el arte verdadero siempre nos alerta sobre estas mutilaciones; no todas las películas ni todos los libros son obras de arte, en las verdaderas obras, la existencia de este tipo de personajes actúa como espejo-alarma, nos llevan inevitablemente a pensar en nosotros mismos.... Un abrazo conmovido por esos comentarios... Hasta la próxima puntada.

Sunday, November 13, 2005

Puntada sobre los desequilibrios necesarios

Domingo, ya casi medio día, cielo bajo y gris... Qué grata sensación: estar en casa, sin mayores proyectos para el día, en piyama, tomando café caliente, escribiendo o leyendo (a propósito, estoy releyendo "En diciembre llegaban las brisas", de Marvel Moreno, que acaba de publicar Norma: muy, muy recomendable), asistiendo sin afán al paso de las horas. Esto es lo que considero un "desequilibrio", algo así como la fiesta, el carnaval, el viaje psicotrópico, el delirio alcohólico, el éxtasis físico... ¿Qué tienen en común un domingo como este y los otros estados de desequilibrio, aparentemente más intensos? Que se rompen los moldes, por un tiempo, nos olvidamos de las expresiones "tener que" o "deber"; son estados en los que flotamos en la sustancia pegagosa de la indeterminación, a la deriva, sin vientos ni brújulas, simplemente ahí, entonces... Y !cuán necesarios son estos desequilibrios!, paradójicamente los necesitamos para mantener el equilibrio mental, espiritual y físico... Algunos más intensos, otros serenos, unos excesivos y, quizás, algunos "justicos": los desequilibrios son los que nos permiten mantenernos sobre la cuerda floja, porque en ellos probamos las redes que nos salvan de estrellarnos contra el mundo. Durante los periodos de desequilibrio, nos pueden cambiar la mirada y el juicio, se nos puede revelar el otro lado (o los otros lados) de las cosas y de eso que consideramos la realidad. El desequilibrio "consciente" es el asombro, y el asombro es el principio de la comprensión.
Aquí va un poema de Roberto Juarroz:
8
Las palabras no son talismanes
pero cualquier cosa puede
transmutarse en poesía
si la toca la palabra indicada.
No es asunto de magia ni de alquimia.
Se trata de pensar de otro modo las cosas,
palparlas de otro modo,
abandonar las palabras que las usan
y acudir a las palabras que las cantan,
las palabras que las levantan en el viento
como clavos ardiendo en el asombro.
Estacas convertidas en estrellas,
zapatos para calzar crucifixiones,
cegueras abiertas en la espalda del día,
visiones reservadas para volver a despertar,
ternuras que se postergan para salvar el amor.
Se trata solamente de crear otra voz:
la voz ausente dentro de las cosas.
Espero que estas palabras se queden navegando por ahí, a la deriva, desequilibrando un poquito el orden de los días... Un abrazo, hasta la próxima puntada.

Saturday, November 05, 2005

Puntada sobre sentirse desbordada

Hace tanto no escribo que siento que estas palabras iniciales serán como pedalazos torpes de quien le ha quitado las rueditas de apoyo a su biscicleta por primera vez. En enero de este año, un amigo medio brujo me dijo que las estrellas favorecerían los cambios, la experimentación, mi apertura a probar mis talentos en nuevos territorios y a descubrir habilidades que no sospechaba tener; en enero, sí, y me advirtió que nueve meses después, es decir, desde septiembre y octubre, esta influencia estelar para la transformación iba a ser más fuerte. Yo imaginé un par de posibilidades, planeé un viaje, acepté variaciones laborales (digo "variaciones" porque las conferencias y los talleres intensivos son clases en otro formato), me corté el pelo, regalé la ropa que ya no me ponía, cambiamos el piso del apartamento... Pero nunca imaginé que la transformación fuera tan fuerte y tan repentina; voy a caer en un lugar común, pero la cosa sí fue kafkiana. Todas mis rutinas se alteraron, mi ciudad ahora es otra, los encuentros tienen diversos caracteres... y claro, ha pasado un mes y aún no me siento ubicada. El jueves, por primera vez, llegué a mi casa (Camilo está de viaje, así que sólo Lupe y su mirada enternecedora fueron mi eco), me serví un vaso de vino y, con nitidez, me sentí desbordada. La palabra me gusta, porque además de referirse a esa sensación de que todo es más grande que yo, que no soy capaz de contener y manejar nada... habla de cómo el hilo va siendo arrancado, halado, y vuelve a reposar crespo y enredado en una canasta; un poco así, como si a mi tejido se le hubiera "ido un punto", como si se hubiera abierto una grieta mínima y por ella se estuviera escapando la noción que tengo de quien soy... No me asusta redefinirme, sólo que siento que no hay equilibrio entre la identidad que se está fugando a chorros y la nueva identidad que se supone debería estarse tejiendo. Creo que apenas tengo los ovillos, pero ni idea de qué hacer con ellos. Así que el jueves, desbordada, lloré; ese llanto que no tiene afanes ni pretende nada, ese llanto que es sólo una válvula de escape, porque era necesario, supongo, dejar salir un poco de lo que tengo dentro, para volver a tener niveles de saturación comprensibles, manejables. Quizás no haber escrito en tanto tiempo (mi válvula confiable), me haya llevado a esta saturación; quizás es sólo normal, como todos me dicen; quizás la noche del jueves, con la Catedral iluminada y un cielo de intenso azul de fondo, fue simplemente propicia para sentir el impacto estelar en mi vida... No sé, aún me siento desbordada, ya pasó el pánico inicial porque entendí que no me voy a hundir, que no voy a naufragar; espero que el tiempo haga su tarea. Dejo de tejer, y prometo no dejar por tanto tiempo abandonadas las agujas. Un abrazo para todos.

Wednesday, September 21, 2005

Puntadas sobre las inmensas pequeñas cosas

El fin de semana, estuve en Pereira dirigiendo un taller sobre escritura audiovisual (hay objeciones frente al hecho de poner juntas estas dos palabras, se respetan). Pero no voy a hablar sobre eso, sino sobre algo que sentí con nitidez y alegría durante esos tres días. El viernes me despertó el canto de los pájaros, para mí, que peleo cada mañana con lo que parezco condenada a escuchar proveniente de la radio y su exhibición de egos, para mí, digo, despertarme a la seis de la mañana por un prodigioso escándalo de cantos de pájaros fue milagroso y reconfortante. Al salir de la habitación, me encuentro con el olor del café recién hecho, Ligia (una mujer maravillosa que abrió las puertas de su casa para mí) estaba dando de comer al gato Tito y al perro Don, acababa de recoger naranjas de su árbol y me recibió con una sonrisa luminosa. Desde la ventana del comedor, se veía el paisaje cafetero -las colinas verde oscuro, el desorden de platanales, las pequeñas casas campesinas, un cielo que estaba cambiando los rosados por los azules- y frente a mí, sobre la mesa, había fruta, jugo, café, arepas, queso, miel y mantequilla. No sé cómo decirlo, quizás basta simplemente decir que estaba feliz, que me sentía tibiecita por dentro. Y el resto del fin de semana estuvo lleno de momentos como este, instantes en los que sentí la generosidad del universo, la alegría, la sencillez y la fluidez con las que la vida puede vivirse. Llegué a Bogotá y, aún en medio de los múltiples compromisos, he tratado de recordar esto; sí, claro, a veces es inevitable maldecir un poco. Pero siento que vale la pena evocar estos momentos para impregnar de su riqueza esos otros que parecen tan agobiantes y estrechos. Un abrazo para todos.
PD: Si alguno de ustedes alcanzó a inquietarse por los acontecimientos que pudieron suscitar la puntada anterior, no se preocupe; varios eventos confluyeron y dieron lugar a esa desordenada reflexión. No fui protagonista de todos ellos, aunque me han afectado (han movido mis afectos) y me han permitido verme...

Tuesday, September 06, 2005

Puntada sobre los puntos de giro

Hace un mes que no doy puntada, quizás porque han pasado cosas que me embolataron el dedal... La vida propia o las vidas de quienes amamos transcurren de manera previsible hasta que algo altera irremediablemente esa regularidad y la hace tomar un destino inesperado: eso es un punto de giro, narrativamente hablando. Pues bien, es inevitable quedarse perplejo ante estos hechos, es inevitable mirar la propia vida y "tomar nota", es inevitable el temblor de miedo y de emoción ante lo desconocido que ya no está a la vuelta de la esquina, sino allí, ante nosotros. Y cuando estamos en esa situación nos quedamos sin palabras, yo me quedo sin palabras e intento conjurar el desconcierto cumpliendo con cientos de actividades, vueltas y compromisos que me ayudan a no pensar tanto, que ocultan mi fragilidad ante lo incontrolable. Porque sí, yo soy de esas personas que necesitan organizar el cronograma, que apuntan todo en la agenda, que hacen lista de mercado, que programan las fechas de pagos de los recibos y se inventan estrategias para no olvidar los cumpleaños ni los aniversarios... Los presupuestos y los balances me dan tranquilidad, la anticipación y la previsión me hacen sentir segura... No, no soy tan neurótica ni tan controladora como podría pensarse a partir de estas frases confesionales, pero creo que, como todos, necesito tácticas para no sucumbir al caos. Claro, me gusta sucumbir al caos de vez en cuando, me seduce perder la identidad y el control a ratos, en celebraciones dionisíacas y en trances estéticos, me gusta abandonarme y lo necesito, sí. Pero ese tipo de "descontroles", de "desórdenes", entran en el plan, son las anomalías previstas de la matriz... Las otras, las que de verdad se toman la casa y nos desinstalan, nos desalojan hasta hacernos botar al suelo las agujas y arrojar las llaves, esas son las que trato de comprender con las palabras y aplacar con las actividades... Sin mucho éxito, como he comprobado recientemente. En fin, puntada enredada esta, pero ni modo. Un abrazo para todos.

Thursday, August 04, 2005

Puntada sobre las experiencias religiosas

Estaba en medio de mi clase, hablando sobre el mito y el lenguaje simbólico, cuando comprendí algo que sabía (aclaro que, para mí, saber no es lo mismo que comprender, yo sé muchas cosas, pero son pocas las que he comprendido. Lo esencial no pertenece al ámbito del conocimiento, sino al de la comprensión). No lo voy a explicar aquí, no tiene sentido intentar convertirlo en palabras, pero tiene que ver con las experiencias religiosas (el término religión viene de religatio, que significa "volver a unir; re-unir"), con esos momentos maravillosos de nuestra vida cuando superamos los límites de nuestro yo y entramos en verdadero contacto con lo otro (el otro, lo otro próximo, lo Otro trascendente). Esos instantes no son muchos, pero sí varios, afortunadamente, y son fundamentales, en el sentido de que son razón y base de la vida misma. Les decía que estaba en clase, hablándo a mis alumnos -con quienes sentí una conexión especial, eso no pasa muchas veces, pero a veces sí y es maravilloso- y empecé a recordar la Navidad de 1996... Yo estaba en París, era mi primer viaje a Europa, costeado por mí, y en la noche del 24 estaba en la iglesia de Notre Dame, en la Misa de Gallo, sentada en la primera banca, escuchando absorta la misa cantada en latín, los coros, la voces de cientos de personas allí reunidas, y mi alma empezó a sentirse rebosada, desbordada y comencé a sentir las lágrimas que rodaban lentas, temerosas de romper con su presencia la sacralidad de aquel instante. Y al salir, nevaba y todas las campanas de París doblaban al tiempo para celebrar el nacimiento de Jesús, yo estaba parada en el puente sobre el Sena, mirando la corriente del río, escuchando el tañido... Entonces sentí que no estaba sola y que no lo estaría nunca... Y quería contarles esta, una de mis más significativas experiencias religiosas. Dejo las agujas. Un abrazo.

Wednesday, July 27, 2005

Puntada sobre las desconexiones

Dediqué el domingo pasado a revisar los programas de mis cursos, a decidir cambios (teniendo en cuenta lo que funcionó o no el semestre anterior), a elegir las lecturas y a pensar qué sentido tenían y qué podríamos hacer a partir de ellas... En esas estaba cuando tuve una sensación muy plancentera: "Estoy pensando", me dije con cierta sorpresa, y me sentí feliz, aunque también comprendí que llevaba más o menos un mes dedicada a muchas actividades que no requerían demasiado esfuerzo mental: comprendí a qué se debía mi agotamiento y un cierto mal genio que me venía atormentando la semana anterior. Un periodo dedicado a "las cosas de este mundo" (por llamarlas de algún modo), sin tener tiempo ni energía física para leer una buena novela o ir a cine: eso es lo que llamo desconexión. Esto no tiene nada que ver con una postura de intelectual, en realidad suelo moverme en la tierra y en las nubes simultáneamente porque así soy y ya, no se trata de un propósito o algo por el estilo. Sé que hay quienes se radican permanentemente en uno de los dos lados, yo no puedo, soy Sagitario con ascendente Tauro, así que no puedo evitar ser un poco de aquí y un poco de allá. Pero cuando el equilibrio se rompe, cuando me desconecto, me empiezo a sentir mal, muy mal... El lunes comenzaró el semestre, conocí a mis alumnos (creo que aún navegaba en un líquido maluco, porque darse cuenta de una situación es sólo el inicio de la solución...), he estado leyendo y preparando las clases y un par de conferencias... me estoy conectando, y empiezo a sentirme bien, muy bien. En fin, esta puntada llega a su fin. Un abrazo.

Wednesday, July 20, 2005

Puntada sobre la independencia

Hace falta celebrar nuestros gritos de independencia y, también, aunque suene paradójico, nuestras elecciones conscientes de dependencia. Me explico: Hoy es 20 de julio, fiesta nacional que conmemora un intento frustrado de independencia -pero intento al fin- que se produjo hace 195 años... Nueve años después, el 7 de agosto de 1819, una batalla selló un proceso arduo de liberación... Sí, conocemos la historia. Y me parece bien celebrar la independencia. En la vida personal, hay muchos 20 de julio, es decir, muchos intentos frustrados de conseguir la independencia total, sin embargo, que haya deseos de conseguirla es digno de celebración. Mi primer florero roto estalló en pedazos cuando tenía 12 años. Era domingo... Cerca de las 6:00 de la tarde, mi mamá me dijo que me pusiera la chaqueta porque nos íbamos a misa; yo estaba viendo "Los Hart investigadores" -serie que me encantaba- y dije que no quería ir, ella insistió, mi hermano me hizo cara de "ve, por favor, para evitar problemas" (en mi familia existe una política de negación recurrente que consiste en creer que aguantarse las cosas es equivalente a evitar problemas...), así que me puse la chaqueta y me fui a la dichosa misa. Me quedé en la parte trasera de la iglesia y apenas el cura comenzó los avisos parroquiales, salí corriendo hacia el apartamento para alcanzar a ver el final del programa. Una media hora después llegó mi mamá. Estaba furiosa porque no le dije que me iba para la casa y ella se había quedado buscándome desesperada, estaba histérica y me dio una cachetada (la única de nuestras vidas). Me la quedé mirando a los ojos y le dije con voz pausada: "No vuelvo a misa, de acuerdo, no me gusta." Ella asintió. El florero se había hecho trizas, habíamos armado el revuelo y un gesto muy importante de independencia se había producido. Creo que esos momentos son dignos de celebrarse, son pequeñas conquistas que mantienen vivo nuestro deseo intenso de vivir nuestras vidas de acuerdo con nuestros parámetros (claro, los buscamos y los modificamos siempre, pero son nuestras búsquedas y nuestros cambios, así que no importa que no tengamos certezas, estamos buscando...). Luego vinieron otros floreros rotos y creo que se siguen rompiendo de tanto en tanto porque los padres son como los chapetones, no renuncian a su deseo de mantener el poder, porque sí, porque ellos son los padres..., y nosotros somos como el ejército rebelde, tercos e idealistas, dispuestos a subir descalzos a los páramos si hace falta. Ya no vivimos con ellos, ya luchamos nuestra batalla de Boyacá, sin embargo, es necesario recordarles y recordarnos de tanto en tanto que ya no somos su colonia (claro, de las luchas internas por librarnos de su poder dentro de nosotros... bueno, eso parece más complicado, como ahora con Estados Unidos, no están aquí, pero cómo pesan...). En fin, creo que debemos festejar nuestra independencia.
La peor consecuencia de una lucha tan larga y difícil por conseguir la independencia es que sentimos mucho miedo de depender, incluso cuando el aspecto de la dominación no hace parte de la relación y depender significa permitirse pedir apoyo y ayuda, y sentir que podemos contar con alguien. La palabra "dependencia" tiene connotaciones de enfermedad (los adictos son dependientes y las personas con parejas maltratadoras se conocen como dependientes); así que nos aterra pensar que somos dependientes. Pero el amor y las verdaderas relaciones amorosas tienen mucho que ver con una gratificante dependencia, un tipo de dependencia que significa, en realidad, confianza. !Qué difícil resulta! Creo que hombres y mujeres compartimos esta dificultad, nos cuesta mucho confiar en nuestra pareja porque estamos acostumbrados a pensar que pedir ayuda implica mostrar nuestra fragilidad, y sentimos que "toda fragilidad mostrada, podrá ser usada en nuestra contra". Lo sentimos porque quizás lo hemos vivido con algunas parejas, pero creo que tiene que ver con todas las relaciones personales que establecemos a lo largo de nuestra vida, en esta cultura donde ser duro y fuerte es lo ideal. Por eso, si nos permitimos ser dependientes de vez en cuando y nos atrevemos a confiar en quien amamos, es necesario celebrar. Porque permitirnos la dependencia gratificante es en sí mismo un gesto de independencia frente al discurso dominante de la fuerza, el control y la supremacía de quien "tiene la sartén por el mango". Vale la pena romper floreros por este lado, lo que ganamos en nuestro territorio personal es inimaginable. Dejo de tejer. Feliz día de la independencia y de la dependencia para todos.

Tuesday, July 12, 2005

Puntada sobre los cambios extremos

Anoche vi cómo una señora de Bucaramanga (que trabaja en un parqueadero de la zona centro de la ciudad) y un joven bogotano (que vive en Álamos) fueron transformados de manera radical por medio de cirugías plásticas y tratamientos físicos y estéticos. Asombroso, sí, cómo no. En dos meses, estos dos personajes se convirtieron en unas nuevas criaturas. Me alegró comprobar que los tratamientos dentales no se originaron en el desaseo (como sucede en el Extreme Makeover), sino en problemas normales, y me desagradó el tipo de narración melodramática que es el programa en sí. En fin, lo que me ha dejado pensando es el mecanismo mental que está tras estos programas; ahora ganarse la lotería consiste en inscribirse para participar en un show de estos (bien sea para ganar dinero luego de estar en una isla, para convertirse en estrella de televisión, para conseguir un trabajo en una empresa o para cambiar completamente la apariencia). Durante varios años, hemos sufrido los estragos que el narcotráfico y su filosofía del dinero fácil ha dejado en nuestras cabezas, tan ansiosas de ganancias instantáneas y enormes. En la universidad, por ejemplo, algunos de mis estudiantes consideran que leer un libro es un esfuerzo demasiado grande para obtener una nota, y si se leen el libro dan por sentado que merecen un 5.0, pues, porque sí, porque "profe, pero si me leí el libro". Ni hablar de los otros comportamientos que dentro y fuera de la academia surgen de esta concepción acerca del esfuerzo y del trabajo como algo indeseable. Quizás estoy hablando como una viejita... es probable. Sin embargo, creo que sólo hablo desde el placer indescriptible que me ha generado conseguir ciertas cosas desde mi esfuerzo (comprender algo luego de leer y releer un texto que me era esquivo; perder un par de kilos después de haber aprendido a comer bien; comprar las Obras Completas de Borges tras haber ahorrado durante meses; sentir que estoy enamorada de la misma persona después de compartir con ella siete años de mi vida...) . El placer de ganarle a la dificultad, la sensación de fuerza que se tiene cuando nos damos cuenta de que somos capaces de superar obstáculos, de vencer nuestras propias taras y enfrentar nuestros miedos, es algo que sólo puede experimentarse desde la conciencia de que el trabajo y el esfuerzo son necesarios, son el camino de iniciación, el verdadero premio. A nadie le cambia la vida de la noche a la mañana; ¿qué va hacer un roquero anónimo de Álamos con ropa de Ricardo Pava, cómo se va a sentir cuando se acueste con su esposa gorda? ¿qué va a sentir la señora de Bucaramanga cuando vuelva a su dieta habitual de pasta con arroz y ya no quepa en el vestido de Elvira Carrascal?... ¿van a volverse a inscribir en un programa para que otros hagan el cambio por ellos? Quizás. Porque detrás de este deseo de ganarse la lotería está el verdadero deseo: que otros hagan el esfuerzo por nosotros, que la felicidad nos caiga del cielo, nos llegue por correo y con manual de instrucciones.
Puesto que mi interés en la vida es el de comprender las extrañas relaciones humanas, me pregunto con un poco de dolor: ¿qué tipo de relaciones podemos construir desde este imaginario de la facilidad y el milagro?... Pensaré en ello y volveré a tejer. Un abrazo.

Friday, June 24, 2005

Puntada sobre los personajes secundarios

Los personajes secundarios se han puesto de moda. En vista de que los argumentos de cierto tipo de historias (telenovelas, por ejemplo) resultan idénticos a los anteriores y, por lo tanto, predecibles, los "creativos" comienzan a desplazar los protagonismos y le dan más fuerza a los personajes secundarios, a sus historias no tan típicas, a sus caracterizaciones que, aunque caen con demasiada facilidad en la caricatura, dejan una huella más profunda en la mente de los "consumidores". Sí, pero estos personajes secundarios no son los que me interesan. Los que me interesan son los personajes secundarios de esta vida nuestra de cada día para la que tratamos de encontrar hilos conductores, temas y motivos, un Autor, claro, y relaciones intertextuales. Y me interesan porque a veces tengo la sensación de que me están robando el protagonismo, y eso que mi historia no me parece tan típica ni tan predecible. Me refiero, por ejemplo, a mis padres con sus dramas interminables, con su presencia exigente y sorda, con su manía de ignorar el guion de mi existencia y meterse con toda la gana de joderse la historia: son personajes secundarios que no se resignan a serlo, que trajeron hijos al mundo para tener un público, no para darles luego el mayor número de escenas. Las celebraciones del tipo día de la madre o del padre son su oportunidad para recuperar el primer plano, el centro del escenario, y lo hacen, claro que sí, y de qué manera. Desde hace ya unos años, desde que comprendí que no sólo era personaje y actriz, sino guionista y directora de mi vida, los veo de vez en cuando intentando meterse y puedo reírme, puedo reíme ahora, claro, porque antes me consumía la rabia y el dolor, pero ahora me río porque he diseñado "mecanismos" de respuesta y he desarrollado grandiosos medios de edición; sin embargo, veo a mi hermano, mi coestrella durante años, y me duele el alma porque él no ha logrado quitarles los hilos de su historia, porque se le pierden los temas y confunde los motivos, porque olvida sus parlamentos y se queda, literalmente, paralizado cuando el telón ya bajó, cuando de los aplausos no queda ni el eco. Quizás vivir consiste en conseguir ser Clint Eastwood, sí, pasar de actor de comerciales y programas de bajo presupuesto a estrella de un tipo de película, a director y actor de obras de arte... En las buenas películas, los personajes secundarios son los indispensables y están allí para soportar la historia central, no los hay gratuitos y mucho menos robashows. En fin, nadie puede decirle a nadie como vivir, y aunque me duele lo que le sucede a mi hermano, sé que sólo él puede, si algún día se decide a hacerlo, recuperar el hilo de su historia. Un abrazo para todos.

Wednesday, June 15, 2005

Puntada sobre la generosidad

Cuando hablamos de generosidad, generalmente pensamos en el dinero, en que ser generoso implica dar, donar, regalar parte de nuestros bienes materiales a otros, a los menos favorecidos (esta es una expresión de cajón, un eufemismo para referirnos a los pobres). Y es cierto, pero es sólo un aspecto de la generosidad. En el lugar donde trabajo, se habla mucho de "compromiso social", y en ese "social" sólo se incluyen los pobres, perdón, los menos favorecidos. Creo yo que ser generoso con lo material es más fácil que serlo con lo intangible, con esos otros bienes que nos con-forman. El DRAE define al mezquino como "quien escatima excesivamente en el gasto. /Falto de nobleza de espíritu. /Pequeño, diminuto." En los últimos meses, me he dado cuenta de que ese pequeño mundo de la academia (en el que me he movido durante ya muchos años) es un mundo mezquino, tanto con lo material como con lo inmaterial. La falta de generosidad con el dinero y los bienes no me sorprende, es resultado de la prioridad colectiva de tener más y más, la regla parece simple: para tener más, es necesario escatimar excesivamente en los gastos (aunque sospecho de esta regla elemental, creo que aquí también funciona como en matemáticas: más por más da más). Sin embargo, es doloroso comprobar la mezquindad cuando se trata del conocimiento, de la alegría, del apoyo, de la celebración o la condolencia. Cuando hablamos de bienes inmanteriales la regla para tener más es contraria a la que aplica para los materiales: cuanto más se da, más se recibe. Así funciona con el amor, con la amistad, con la risa, con la ternura... dar más es recibir más. Y lo que puedo comprobar en mi entorno, en ese chiquito, es que las personas tienen muy poco amor, muy poca alegría, escasa sabiduría... porque son poco generosos con ellas, porque no las brindan en abundancia...
Digo que me he dado cuenta recientemente de esta falta de generosidad, porque he tenido contacto con otras personas, de mundos más amplios, que son todo lo contrario. He comprobado que la generosidad sí existe y esto me llena de alegría. La palabra generosidad viene del griego genos que significa generar (este dato me lo ha brindado un amigo generoso), en ese sentido la generosidad es el principio creativo por excelencia, es el comienzo de la abundancia. Es magnífico comprobar que la generosidad existe, que está ligada a la amistad y a las personas de espíritu rico. Dejo los hilos a un lado, por ahora, con un inmenso abrazo de agradecimiento a la vida que ha sido generosa, muy generosa conmigo.

Thursday, June 09, 2005

Puntada sobre la autogestación

En la novela de Ricardo Silva, Relato de Navidad en la Gran Vía, encontramos la confesión de un personaje genial que consiguió descubrir esa "voz necesaria para nacer por obra y gracia de uno mismo"(no voy a tejer sobre la novela, pero la recomiendo muchísimo). Es sobre ese prodigioso acto de autogestación por medio del relato de lo que deseo hablar. Supongo que no le pasa a todo el mundo, pero yo sólo logro tener certeza de la realidad de ciertos acontecimientos una vez los convierto en palabras y se los cuento a alguien (no necesariamente por medio de la ficción, el chisme y la conversación de antes de dormir son magníficas oportunidades de narrar). Y claro, sólo cuando reflexiono sobre lo que me sucede, sobre mis emociones y sentimientos, sobre lo leído, lo visto, lo escuchado, lo tocado (olido y gustado), por medio de imágenes verbales que consigno en mi diario o en este blog, voy adquiriendo conciencia de quién es este sujeto cambiante que ha vivido todo aquello. Escribir es la mejor manera de pensar, creo que lo dijo Bioy Casares, cierto; aunque conversar puede ser un buen preámbulo de la organización del pensamiento por escrito. A mí me encanta asistir a los procesos de autogestación y autoalumbramiento por medio de la palabra (también, por supuesto, he visto magníficos alumbramientos pictóricos, cinematográficos, teatrales, "dancísticos", etc.). Por eso me gusta leer (creo yo que todo buen relato es una confesión, es decir, una expresión de la autoconfiguración) y, como no, escribir. Es una necesidad; no me explico cómo hacen quienes no escriben para verse, para des-cubrirse, para darse cuenta de sus metamorfósis, de sus muertes y sus nacimientos... Por eso me gusta conversar con mis alumnos, en el salón de clase y fuera de él, sobre cualquier cosa (creo que muchos de mis temas de clase son sólo pretextos para pensar en grupo acerca de la vida), me gusta que me cuenten sus experiencias y sus percepciones (es verdad que somos un compuesto complejo de lo vivido por nosotros mismos y por los otros), me gusta que leamos juntos porque me fascina ver cómo reaccionan ante los relatos ajenos (escuchar una historia en grupo es una experiencia inquietante: pensemos en unas sillas acondicionadas para el "público" en una sala de partos o en la habitación de ejecuciones de una cárcel -hay relatos que son la muerte de algo del autor: la inocencia, la fe, el amor, el miedo...-). En fin, vale la pena consumirse en el fuego lúcido de las palabras para poder reconstuirse a partir de las cenizas. No hay nada peor que andar muerto por ahí sin darse cuenta, y la única forma de ser conscientes de nuestros falleciemientos parciales es ponerlos ante nuestros ojos por medio de palabras (no es fácil, ni modos, pero ¿es fácil vivir sin hacerlo?). Un abrazo para todos.

Saturday, June 04, 2005

Puntada sobre "Mi vida sin mí"

"Cosas por hacer antes de mi muerte", esto escribe Ann, la protagonista de Mi vida sin mí, en la parte superior de la hoja de un diario recién inaugurado. Le quedan 2 o 3 meses de vida, un cáncer que se propaga como el fuego con el viento le devora las entrañas. Ann tiene 23 años, vive con Don (el único hombre que ha besado, el único con quien se ha acostado), tiene dos hijas, vive en una casa rodante en el patio de la casa de su mamá, su papá lleva preso 10 años, tiene una amiga obsesionada con las dietas, trabaja en las noches haciendo el aseo en una universidad... y no ha tenido tiempo para pensar. Ann no le cuenta a nadie que se va a morir, sólo lo sabe el médico -un hombre muy sensible que parece sentir vergüenza por estar sano y tener una vida por delante mientras su paciente se está muriendo-, que se convertirá en un mensajero y, seguramente, en protagonista de la vida de Ann cuando ella ya no esté. "Si lo cuenta se hace real", me dijo mi amiga Diana mientras veíamos la película. No sé, ahora creo que si lo contaba, la muerte se convertiría en la protagonista de su vida durante los dos meses últimos, la muerte imprimiría su sello, dejaría rastros inolvidables, cambiaría el amor, el deseo, la alegría por compasión, por desesperación, por impotencia... Ann no quería morirse antes de morirse, por eso -creo- no dijo nada. Y siguió viviendo sus días como siempre, pero también de otra manera: conoció a un hombre del que se enamoró y que se enamoró de ella (en su lista escribió que quería besar a otro hombre, acostarse con otro para saber cómo era... y recibió el regalo de enamorarse, que es distinto). Volvió a ver a su padre, se puso uñas postizas, conoció a otra Ann que podría tomar su lugar en la vida de sus hijas y de Don, grabó mensajes de despedida para todos y su fue apagando mientras imaginaba su vida sin ella y sentía alegría anticipada porque quienes amaba estarían bien, bien sin ella y, quizás, mejor gracias a ella.
Es una bella película, de esas que mezclan el dolor y la alegría de manera perfecta; de las que salimos con el corazón encogido pero que, al contacto con la luz que nunca se extingue fuera de la sala de cine, hacen que ese corazón palpite con más intensidad. Es una película que te hace abrazar a tu amiga porque sí, porque la quieres y hace rato no la abrazas; una historia de esas que te acompañan durante días como la melodía de una canción infantil, y te calientan el alma...

Wednesday, May 18, 2005

Puntada sobre la esperanza

Siempre me he preguntado por qué la esperanza estaba en la caja de los "males" que Pandora abrió guiada por la magnífica curiosidad femenina... La esperanza ¿es un mal? No parece tan mala cuando las personas recomiendan: "La esperanza es lo último que se pierde", "Siempre queda la esperanza...", "No todo está perdido, aún tenemos la esperanza..." En estas frases consoladoras, la esperanza adquiere tinte de falsa ilusión, y quien conserva la esperanza parece un tonto iluso. Pero quienes la rechazan de plano, se convierten en cínicos levemente amargados. Creer o no creer... esa es la cuestión. Claro, además de ¿creer en qué o en quién? Le he dado vueltas y vueltas al asunto. Me parece que la esperanza puede ser un mal cuando nos inmoviliza, cuando nos sentamos a esperar que todo cambie gracias a la intervención de una fuerza mágica, cuando esperamos que otros nos solucionen las cosas o cuando, congelados por el miedo a la responsabilidad, esperamos que las dificultades y los obstáculos se desvanezcan en el líquido corrosivo del olvido. Pero eso no sucede, aunque quedamos con el consuelo estúpido de que no fue responsabilidad nuestra, sino que "Dios no lo quiso", "La suerte no me favoreció", "El Estado nunca responde", "Fue culpa del otro..." Sí, entonces sí que la esperanza es un mal, una fuerza tan poderosa como la inercia. Sin embargo, hay otro tipo de esperanza; la confianza. Confiar en la gente que nos rodea (no es fácil, claro, pero vivir desconfiando de todo el mundo tampoco lo es), confiar en que si hemos hecho lo mejor que podíamos hacer los acontecimientos hallarán un favorable desenlace, confiar en que no estamos solos y que hay una potencia divina que nos acompaña, confiar en las capacidades propias y en las de los otros, en las personas que aman lo que hacen, en el amor desinteresado de nuestros auténticos amantes, de nuestros verdaderos amigos, de nuestros parientes cercanos, de nuestras consentidas mascotas... Sí, eso sí se puede. Con esta confianza acometemos las acciones con entusiasmo y tezón, con alegría y fe. Creo que vale la pena rescatar la confianza, hablar de ella, precisamente en los tiempos que corren, con tanta oscuridad que nos rodea. Dejo de hilar por ahora. Un abrazo para todos.

Wednesday, May 04, 2005

Puntada sobre la doble identidad

Hace 15 días, en una tarde gris de domingo bogotano, vi Kill Bill y Kill Bill 2. Quedé salpicada de sangre, claro, pero feliz luego de haber visto estas dos buenas películas. Sin embargo, donde me quedé anclada y viendo cómo enhebrar y dar alguna puntada fue en el diálogo que sostienen al final de la 2, Bill con Beatrix Kiddo. Ella está sometida por el suero de la verdad y Bill no tiene por qué mentir, así que asistimos al combate más fuerte que hay en esta película: el de las verdades dichas de frente. Bill le explica a Beatrix por qué le disparó en la cabeza luego de haberla hecho golpear sin compasión: porque ella pretendía negar su naturaleza. Se lo explica a través de un ejemplo: Superman (el personaje de tiras cómicas favorito de Bill). Los otros superhéroes son humanos que acceden a sus poderes por la intervención de extrañas fuerzas (error de la ciencia, milagrosa visita del espacio exterior, azar...), pero Superman es así, él no es humano, finje serlo para poder sobrevivir. Superman se disfraza de Clark Kent, un sujeto tímido, más bien bobo, cobarde y poco atractivo, esa es la forma como Superman ve a los hombres... "Clark Kent es la crítica permanente que Superman le hace a la especie humana", dice Bill. Pues bien, Beatrix es una asesina dotada, una prodigiosa criatura que pretendía convertirse en una vulgar vendedora de discos de El Paso, Texas. Y Bill no podía permitírselo. Puesto que él consideraba que ella ya estaba muerta desde el momento en que tomó esa decisión, pegarle un tiro en la cabeza era simplemente un gesto de compasión, como cuando se le dispara a un animal que agoniza en la carretera después de haber sido atropellado. Muy bien, la idea se queda dando vueltas en mi cabeza por varios días, no dejo de pensar en Superman y empiezo a ver a las personas de extraña manera. Luego pienso que en medio de la mayoría, la excepción se vuelve una amenaza que debe destruirse (burlas, comentarios ácidos, subestimación, agresión verbal o física, marginación, indiferencia... los medios son variados y para perfeccionarlos sí que tiene imaginación la mayoría), así que las excepciones, si quieren sobrevivir, deben desarrollar un disfraz, una fachada, un clarkencito, que proteja su verdadera identidad. Lo que no puede hacer la excepción es olvidar su verdadera identidad, unirse a la mayoría y coserse a la piel el traje de clarkencito es una muerte en vida que se paga muy, muy caro. La doble identidad no es cuestión de esquizofrenia, es un asunto de seguridad... Hasta una próxima puntada.

Wednesday, April 20, 2005

Puntada sobre la complejidad

Cuando era niña sentía una enorme fascinación por los álbumes, llené de todos, desde el tradicional Jet hasta unos en los que se recortaban trajes con sombreros y zapatos para vestir muñecos. Recuerdo en particular uno que se llamaba "Amor es", no uno de muñequitos empelotos bastante simplones, sino otro que tenía unos dibujos de encanto bucólico que, a través de escenas, pretendía definir el amor. Amor era: que te regalaran flores, que te compartieran la chocolatina, que te invitaran a dar un paseo en cicla, que te escribieran un poema... No lo llené todo, así que me quedé con muchos vacíos y serias inquietudes acerca de la naturaleza y la esencia del amor. Probablemente de esa carencia me surgió la curiosidad que hoy me tiene dictando una clase sobre amor y erotismo... Claro, me lo sigo preguntado incluso ahora que he pasado por varias experiencias amorosas, que he sufrido por amores platónicos, que he padecido amores patológicos, que he inspirado (modestia aparte) amores obsesivos, que vivo un amor pleno y en constante construcción. Pues hoy, en medio de la clase, he tenido una revelación. No voy a definir el amor, no se entusiasmen, pero creo haber comprendido algo importante (preámbulo de tambores suspensivos, brrr,brrr,brrr...): amar es percibir la complejidad del otro. (Veo expresiones de decepción, lo siento, entro a dar explicaciones) Lo simple no nos produce curiosidad, no insita el deseo de explorar, de develar el misterio; en términos generales, percibimos el mundo y a los seres del mundo como simples, fácilmente encasillables, descifrables de una mirada. Pero a veces, del montón indiferenciado, surge una criatura que tiene profundidad, un ser cuyos matices parecen nublarse, un sujeto que se nos escapa, que no cabe en nuestros encuadres, que nos mueve hacia él, que nos inquieta. Durará el amor en tanto que ese ser no nos sea plenamente revelado, en tanto siga generando nuestro morboso deseo de conocerlo completo. Hay seres inagotables, sorpresivos, mutables... esos son los "amables". Y no sólo se trata de personas; creo que el amor por un campo de conocimiento, por un arte, por una cultura, por los espacios, funciona de la misma manera. Amamos lo que nos desestabiliza, lo que nos saca de casillas, lo que nos obliga a transgredir nuestras lógicas, lo que nos desborda. Creo que aquí también yace el principio de lo religioso. Amor es... el deseo de abarcar lo otro y sentir, sin frustración ni rencor, que no se alcanza. De igual manera que la esencia del deseo radica en la imposibilidad de saciarlo, el amor exige de quien ama nunca llegar a decir "te conozco". He dicho, claro, no la última palabra; sobre el amor no hay palabras definitivas...

Sunday, April 17, 2005

Puntada sobre Carlos Vives

Lo declaro aquí, sin recato ni complejo, soy una admiradora enamorada de Carlos Vives. He estado en todos sus conciertos, desde Clásicos de la Provincia hasta el que dio anoche, en el Parque Simón Bolívar, dentro de la campaña de Movistar. Y ¿qué puedo decir? Que estuvo genial, que Carlos Vives brilla sobre el escenario, que contagia fuerza y amor por lo nuestro, que se mueve delicioso, que su sonrisa es radiante y, claro, que sus canciones son hermosas y vibrantes. No puedo ocultar mi fascinación, ni pretendo hacerlo. Por otro lado, el parque estaba repleto, sin caer en la exageración, creo que había unas cien mil personas (en dicho escenario, creo que sólo el Papa podría competirle al cantante samario); la organización del evento fue buena y el comportamiento de los fanáticos, súper. Claro, como siempre con Carlos Vives, nos fuimos queriendo más y planeando ya la asistencia al próximo concierto... en diciembre, como siempre. Eso era todo, una puntada breve para declarar mi incondicional fascinación por ese hombre de sonrisa mágica. Un saludo.

Wednesday, April 06, 2005

Puntada sobre las ausencias

Esta es una puntada con tono nostálgico. El 31 de marzo se cumplió un año de la muerte de mi Nana. Creo que no ha pasado un sólo día de este año en que no la haya recordado, por cualquier motivo... "esto le gustaría a la Nana; como decía mi Nana; te pareces a mi Nana cuando..." Y también he dedicado conscientemente ratos a recordarla porque a veces necesito convocar su presencia, su ternura, su risa, su descabellada manera de contar historias, para dar el siguiente paso de esta vida que no para. La extraño. Eso es todo, tan simple y tan profundo, me hace falta. Es cierto que he aprendido a convivir con su ausencia, a "darle cuerpo" a esa ausencia a través de la memoria, pero no es suficiente. Creo que hay ausencias más fáciles de asimilar, las de quienes no fueron realmente una presencia en la vida, sino una compañía ocasional (a veces, incluso nuestros familiares más cercanos no pasan de ser eso); pero esta ausencia la siento como una amputación, un pedazo de mí ya no está y lo sigo sintiendo, todavía me da cosquillas y me rasca. A veces me sorprende la conciencia de que la Nana murió, en los momentos menos apropiados (en realidad, creo que nuestra cultura no considera apropiada la tristeza en ningún momento) y los ojos se me encharcan, todo se nubla y la vida, por unos instantes, se detiene, y yo me voy con un recuerdo que generalmente me hace reír, porque la Nana era la alegría disfrazada de mujer bajita y morena. Paro de tejer, por ahora. Un saludo para todos.

Friday, March 25, 2005

Puntada sobre los sagrados descansos

Viernes Santo, uno de los nueve sagrados días de descanso. ¡Qué maravilla! Han sido ya varias mañanas las que han transcurrido sin otro afán que el de desayunar con todas las de la ley (juguito, chocolate con queso, huevito en cualquier modalidad, mantequilla, arepa, más queso...). Y luego, coger el libro, la toalla, el bronceador, las gafas oscuras y ubicarse ante la piscina, el mar, el lago o el paisaje magnífico de la sabana... Quizás algo de música (nada excesivo porque se es consciente de que no hay nada peor que los 50 de Joselito a todo volúmen...), una cerveza fría bien a la mano y listo. Viene luego esa sensación plácida de irse metiendo en la trama de una buena novela (Parece que va a llover, de Ricardo Silva; Los impostores, de Santiago Gamboa; Milagro en equilibrio, de Lucía Etxceberría: han sido las compañeras de estos días, tres distintas propuestas, tres cautivantes historias...) y dejarse también envolver por la somnolecia que va borrando los límites entre lo leído y lo soñado sin traumas ni sobresaltos. ¡Qué placer! Los días de vacaciones se miden con relación a las comidas, en realidad no hay otro compromiso, y a las salidas nocturnas. Claro, quizás haya paseos o planes mucho más físicos, pero yo prefiero estos días lentos en los que se alterna entre la comunidad (las horas de las comidas) y la intimidad incluso allí donde se está rodeado de gente; de las conversaciones agitadas sobre cuanta cosa al silencio poblado sólo de personajes de ficción o de reflexiones gratuitas que no se adhieren a nada y que no intentamos fijar aunque nos parezcan extremadamente lúcidas. En fin, he regresado a Bogotá, pero mañana vuelvo a partir, sólo quería dar una puntada ligera y relajada como los días que corren. Un abrazo para todos.

Thursday, March 17, 2005

Puntada sobre Lengua Erótica

Ya sé que este título suena a gancho, qué culpa tengo yo si así se llama la Antología poética para hacer el amor (hágame el favor el subtítulo) que publicó recientemente Juan Gustavo Cobo Borda. Y debo decir que los poemas reunidos en este libro, junto con las sensuales imágenes de desnudos que los acompañan, sí son un gancho, un anzuelo que nos atrapa y nos seduce para dejarnos boqueando y sacudiéndonos ante la inminencia de la muerte (de esa pequeña muerte...).
Desde el Cantar de los cantares (traducido por Fray Luis de León -que no pudo dedicarse a mejor empresa religiosa que traducir los versos del sabio Salomón, sabiduría erótica mucho más profunda que la que implica tomar decisiones del tipo "partámoslo por la mitad y ambas tan contentas..."-) hasta las dolorosamente sabias palabras de Borges (Me duele una mujer en todo el cuerpo) o las de Emilio Ballagas (Si pregunta por mí .... No le digas que lloro todavía acariciando el hueco de su ausencia), pasando por los versos de Paz o de Salinas, de Alfonsina Storni o Jaime Sabines... En fin, no se puede hablar de poesía como tampoco del éxtasis erótico, hay que leer y poner cuerpos a la obra... Creo que esta antología nos puede ayudar a poner en palabras, a imaginar con ellas, la exaltación amorosa y la pena por la ausencia, la fascinación por el cuerpo amado y deseado, así como el horror que nos produce perdernos en unos ojos, en unos labios, en el abismo que se abre entre unas piernas... Hasta la próxima puntada.

Saturday, March 12, 2005

Puntada sobre estrategias amorosas

Aunque la cartelera anda llena de magníficas y artísticas ofertas, ayer nos decidimos por Hitch, una comedia romántica que resultó muy divertida y sí, muy interesante también. A su manera, la película plantea una teoría acerca de la conquista amorosa: cuando uno se enamora, ninguna teoría funciona. Claro, cuando uno se enamora... pero para llegar a enamorarse es necesario darse la oportunidad de conocer a alguien, y es en esa etapa de la "oportunidad de conocer" donde, según la película, andamos en problemas... Por qué, me pregunto yo. Por qué nos negamos la posibilidad de conocer a alguien (aclaro aquí que yo estoy casadita y este problema ya no me quita el sueño, pero precisamente el día en que mi esposo y yo salimos por primera vez en plan cita, nuestra conversación giró alrededor de este tema, sí, porque en ese entonces Camilo y yo eramos amigos y teníamos la intención de seguir siendo sólo amigos, pero se nos disparó la oxitocina, quizás sacudida por los movimientos del baile... en fin). Aventuro una hipótesis: de alguna perversa manera se nos ha convencido de que no somos las criaturas más "amables", así que nos inventamos un par de cosas, blancas mentiritas sobre nosotros mismos, para gustar, para resultar más interesantes o más seductores... y claro, nos da mucho miedo ser des-cubiertos. Nos negamos la "oportunidad de conocer y ser conocidos" porque tememos que se nos caigan las máscaras y el otro quede petrificado de horror ante nuestra imagen... El fantasma de la ópera o la Medusa nos pueden parecer menos aterradores que nosotros mismos... Y luego pasa que alguien sí nos quiere, así, sin máscara, pero no nos lo creemos y terminamos por sabotear la naciente relación o, no sé si peor aún, nos sentimos muy "agradecidos" con el otro y terminamos construyendo una relación de perfil sado-masoquista en el plano psicológico que nos va haciendo puré sin darnos cuenta... El panorama amoroso está lleno de nubes grises, tormentas y amenazas de tormenta, pero yo conozco un par de buenos casos, no son historias sin problemas (eso no pasa ni en la ficción), pero son historias donde los dos integrantes de la pareja están tratando de vencer los miedos, de lidiar con las variaciones afectivas, de quererse rico en el cada día... Así que creo que es posible, no sólo enamorarse (a la hora del té eso es facilísimo porque depende sólo de una persona), sino construir pareja y amarse (eso sí es difícil porque depende de dos), quitarse las máscaras y aprender a querer al monstrico que somos y al que duerme a nuestro lado... Dejemos de tejer aquí, que sobre este tema sí que me puedo extender y termino por cansarlos. Un abrazo para todos.

Tuesday, March 01, 2005

Puntada triste por un amigo ausente

El sábado 26 de febrero, a las cuatro de la mañana, mi amigo Jaime Rubio murió. Intento decir algo coherente acerca de quién era él, pero no logro la hilación... esta será una puntada enredada, ni modos. Me llegan imágenes. El profesor Rubio, como yo le decía, sentado en una mesa de seminario hablando y haciéndonos hablar acerca del hombre, de la alteridad y la dialéctica. O sentado en la cafetería hablando de las series de televisión de la franja maldita. O almorzando en un restaurante de la Macarena, hablando sobre su vida y sus amores, también sobre sus odios y sus sueños. Jaime Rubio sabía escuchar y era un magnífico contador de hechos, tenía un ácido e inteligente sentido del humor y, ante todo, un sentido estético y vital que imprimía a todo lo que hacía. Era un amigo en serio, de esos que acompañan y también nos ayudan a ver lo que no queremos ver. Inteligente y sensible hasta la médula, humano y frágil como todos, pero en silencio. Es difícil pensar su ausencia, es doloroso sentirla. Ha dejado un rastro profundo de ideas, de personas tocadas por él, de afectos grandes e imborrables. Estoy triste porque se ha ido, así, tan de repente; pero no me canso de celebrar haberlo concido, haber sido su alumna y su amiga, haber hecho parte de su vida. Seguiré tejiendo aquí, haciendo confesiones, tratando de encontrarle forma y sentido a estas puntadas, a las experiencias, a la vida y recordando a quienes se han ido, pero no nos han dejado un vacío sino una plenitud en el alma...

Tuesday, February 15, 2005

Puntada sobre mi amiga ganadora

Hoy recibí la Malpensante. Esperaba con ansias este número porque mi amiga DIANA OSPINA participó en el cocurso de las 500 y quedó finalista, junto con otras 15 personas. El veredicto salía en este número. Llegué a mi casa y encontré la revista. Revisé página por página su contenido hasta encontrar lo buscado. Pues bien, mi amiga Diana obtuvo el segundo lugar con su cuento ESPERANZA DE VIDA. La dicha total. La llamé, tratando de sonar casual, incluso indiferente -quería evitarle un infarto- y leí el nombre del ganador, luego grite su nombre y las dos empezamos a reírnos como si nos hubiera poseído un dios feliz. Quienes, alguna vez, han esperado un fallo durante meses... saben del tipo de felicidad del que hablo. A través de estas palabras quiero rendirle un homenaje a mi amiga escritora, a su talento y su empeño, a sus búsquedas y sus esfuerzos. Y quiero invitarlos a leer su cuento en el número de diciembre de la revista El Malpensante. Creo que compartirán la decisión del jurado y podrán reconocer el talento al que me refiero. Un abrazo gigante a ti, mi Dianis.

Sunday, February 13, 2005

El porqué de Puntadas de Penélope

Hace dos días, mi amiga Diana me mostró la luz. Acababa de descubrir la existencia de los blogs, de esta posibilidad de soltar, en medio de la red, un insecto o un pez... una criatura viva, hecha de palabras e imágenes. Así que decidí crear el mío, y decidí bautizarlo Puntadas de Penélope por varios motivos:
  • El personaje de Penélope, la mujer que teje y desteje para prolongar los plazos, me seduce enormemente. Creo que, de alguna manera, quienes escribimos lo hacemos por lo mismo: para prolongar los plazos. Y obramos de la misma manera: en la vida diurna, esa de todos los días, vamos dando puntas erráticas, más nudos que puntadas, en realidad, y necesitamos sentarnos en medio del silencio de la noche a destejer a des-(a)nudar lo hecho en el día para poder, entonces sí, darle una forma, puntada a puntada, a tanto hilo suelto, a los rollos internos y a los que armamos con otros, a las madejas que aguardan cogiendo polvo en los cajones, a esas lanas que han salido de las ovejas negras... Sólo así, tejiendo, destejiendo y volviendo a tejer es que logramos darle sentido a esta vida nuestra, tan normal y tan única, que vuelve acabar mañana o en cincuenta años, hecha un tapiz o un enredijo, recordada por alguien u olvidada.
  • Porque una puntada es la mínima parte de un tejido y un tejido es una red, y yo quiero entrar a ser parte de una red.
  • Porque me acuerdo de Serrat, de su canción entrañable, de la mujer que espera con su traje pasado de moda, con su equipaje listo, a que llegue el hombre que amó, y se queda sentada allí, porque no reconoce en ese señor mayor al joven que, tiempo atrás, le prometió que volvería.
  • Claro, porque también me acuerdo de Robi Draco Rosa y esa otra canción entrañable...

Por ahora son los motivos que se me ocurren... Ah, bueno, también porque creo que suena bien, y me gusta. Espero que a ustedes también les suenen bien y les gusten estas puntadas de Penélope...

Puntada sobre Mar adentro

Hay ciertas historias que tienen algo que decirnos a todos los seres humanos. La que se nos cuenta en Mar adentro, la película de Amenábar, es una de esas. El cuerpo como cárcel: este es uno de los planteamientos centrales de diferentes religiones, el cuerpo es la cárcel del alma y se supone que la vida es algo así como una condena... No lo creo, en verdad. Creo que el alma está más encerrada en las cárceles mentales que le creamos, que en el cuerpo, y si encerramos el alma en casillas estrechas, oscuras y malolientes, el cuerpo también resulta atrapado...

Ramón Sampedro era un hombre libre, libre sobretodo de la peor de las cárceles: el miedo a la muerte. Antes de quedar paralizado, Ramón era un viajero, un joven navegante, un aventurero. Era un hombre que sentía intensamente la vida, y creo que ese no poder sentir era en verdad lo que le atormentaba. No podía sentir el contacto de otra piel, ni el dolor de una herida, ni la suavidad o la aspereza de una tela, ni la tibieza, ni el frío intenso... No podía amar... Así, entonces, qué sentido tenía la vida, me pregunto, ninguno, en realidad, es lo único que puedo contestarme. Ramón Sampedro quería a quienes le rodeaban, claro, y se sentía querido por ellos... Pero esa manera de "querer" son migajas de lo que es amar, amar con cuerpo y alma...

Hay quienes renuncian a esta forma de amar y, claro, convierten su cuerpo en una prisión, un lugar en el que se aislan y se protegen del mundo (ese cura de boca tan grande), pero Ramón no eligió, él no deseaba dejar de sentir el mundo ni a los otros... en eso radicaba la poca dignidad que veía en su situación. Y, bueno, no me queda sino preguntarme qué significa una "vida digna"; gracias a Ramón Sampedro y a Amenábar, puedo contestarme: una vida en la que nos permitimos sentirnos, sentir a los otros, sentir el mundo. El cuerpo no es una cárcel, es un puente, y si el puente se quiebra, estamos solos, irremediablemente solos. A Ramón Sampedro se le rompió el puente en un accidente absurdo, pero hay quienes, encerrados en sus miedos, rompen sus puentes o nunca los cruzan...