Wednesday, September 21, 2005

Puntadas sobre las inmensas pequeñas cosas

El fin de semana, estuve en Pereira dirigiendo un taller sobre escritura audiovisual (hay objeciones frente al hecho de poner juntas estas dos palabras, se respetan). Pero no voy a hablar sobre eso, sino sobre algo que sentí con nitidez y alegría durante esos tres días. El viernes me despertó el canto de los pájaros, para mí, que peleo cada mañana con lo que parezco condenada a escuchar proveniente de la radio y su exhibición de egos, para mí, digo, despertarme a la seis de la mañana por un prodigioso escándalo de cantos de pájaros fue milagroso y reconfortante. Al salir de la habitación, me encuentro con el olor del café recién hecho, Ligia (una mujer maravillosa que abrió las puertas de su casa para mí) estaba dando de comer al gato Tito y al perro Don, acababa de recoger naranjas de su árbol y me recibió con una sonrisa luminosa. Desde la ventana del comedor, se veía el paisaje cafetero -las colinas verde oscuro, el desorden de platanales, las pequeñas casas campesinas, un cielo que estaba cambiando los rosados por los azules- y frente a mí, sobre la mesa, había fruta, jugo, café, arepas, queso, miel y mantequilla. No sé cómo decirlo, quizás basta simplemente decir que estaba feliz, que me sentía tibiecita por dentro. Y el resto del fin de semana estuvo lleno de momentos como este, instantes en los que sentí la generosidad del universo, la alegría, la sencillez y la fluidez con las que la vida puede vivirse. Llegué a Bogotá y, aún en medio de los múltiples compromisos, he tratado de recordar esto; sí, claro, a veces es inevitable maldecir un poco. Pero siento que vale la pena evocar estos momentos para impregnar de su riqueza esos otros que parecen tan agobiantes y estrechos. Un abrazo para todos.
PD: Si alguno de ustedes alcanzó a inquietarse por los acontecimientos que pudieron suscitar la puntada anterior, no se preocupe; varios eventos confluyeron y dieron lugar a esa desordenada reflexión. No fui protagonista de todos ellos, aunque me han afectado (han movido mis afectos) y me han permitido verme...

3 comments:

Fontana said...

¿Qué es la escritura audiovisual?
Nunca es tarde para aprender.

Addiction Kerberos said...

Hola Penélope. Te cuento que hoy he abierto una tentativa de diario inspirado en tus palabras sobre los puntos de giro. http://journalmalediction.blogspot.com/ De algún modo también ando buscando una explicación a aquellas puntadas desquiciadas que te van desalojando de la fortaleza que algún día intuyes haber sido. No sólo quisiera reflejar en este nuevo diario estos momentos de caos que ya no son parciales sino totales, también me gustaría poder atrapar esas pequeñas inmensas cosas de la que hablas. Alguna vez pensé, tras oir a Susan Sontag en la Luis Angel, que la única manera en que un artista podría encontrarse sería en su propia pérdida. Ahora puedo ver el poder de esos pensamientos y sé que todo viaje requiere un regreso, que no puedes durar toda la vida simplemente dedicado a comer sin tener el tiempo de digerir: es lo que busco a partir de una evocación a mi vida y aunque Constantino Cavafis me respondería: no envilezcas tu vida hablando de ella, no encuentro mucha salida Carolina Alonso. En otro post hablaste sobre las experiencias religiosas, vaya que la vida está llena de ellas sólo que somos tan ciegos y no la imaginamos fuera de un contexto monasterial: yo he vivido muchas de estas experiencias en mi contexto puramente de laico terco. Como fue el haber tenido el momento de haber compartido un largo y hermoso silencio con Kira sin cruzar miradas, ojos en el piso, Paranoid Android de Radiohead sonando y simplemente con el conocimiento de haber carnalizado el silencio de una fría pantalla de computador al cálido silencio de unas tristes presencias en un inhóspito bar de chapinero.

Un cordial saludo Carolina:
Luis.

Anonymous said...

Hola Caro. Tienes que visitar el nuevo blog de Luis: http://journalmalediction.blogspot.com/.
Un abrazo