Cancelación de un vuelo

Del otro lado del mostrador, Jenny, la funcionaria de la aerolínea, no se atreve a vernos a los ojos. Somos 6 los que, a las 10 de la noche, nos hemos quedado con un pasabordo inútil en las manos y con varias promesas a punto de romperse. Ella no puede levantar los ojos; aunque debo decir en su favor que tampoco se molesta ni reacciona con agresividad por los reclamos furiosos y groseros de algunos de nosotros. Yo no siento rabia, a pesar de la injusta situación, sino curiosidad por el fenómeno. En realidad sólo pienso en la metáfora presente en "Cancelación de un vuelo". Pienso en las varias cancelaciones de vuelos que me he hecho y para las cuales siempre he tenido una "buena justificación" (exceso de tráfico aéreo, operación tortuga de los controladores, mal clima, poca visibilidad, insuficiencia de pasajeros, paro de pilotos, etc.). Así que estoy en el aeropuerto, con un pasabordo inútil en la mano, pensando en lo que signifca cancelar vuelos... Y descubro que el impacto de una decisión como esta no tiene que ver con incurrir en gastos de taxis y hotel, sino en las promesas que no voy a cumplir porque no llegaré a Bogotá hoy. Mmmmmm, promesas incumplidas o aplazadas, ¿cuántas de esas he tenido en mi vida, conmigo misma o con otros, con la vida misma, por cancelar mi vuelo? No es que la justificación "cancelaron mi vuelo" no sea válida, claro que sí, la gente comprende, no estaba en mis manos... Pero, ¿cuántas veces sí estuvo en mis manos y, aún así preferí una justificación?
Mmmmmmm... Jenny no puede hacer nada por nosotros, así que cogemos nuestro equipaje de mano, nuestros pasabordos y nos vamos a buscar un taxi. Estoy cansada de vuelos cancelados; digo: "No más" y estas dos palabras operan como un bálsamo en mi alma.