Friday, September 22, 2006

Puntada sobre las ficciones dolorosas

Ayer leí un libro para niños que se llama "Angélica", de la escritora Lygia Bojunga Nunes. Es la historia de una cigüeña que descubre que su familia mantiene la creencia en que son las cigüeñas quienes traen los bebés porque esa "responsabilidad" hace que los demás los respeten. Cuando Angélica comprende que su "valor" está basado en un engaño decide irse lejos a construir su identidad sin traicionarse, sin egañar. Conoce a un puerco que se llama Puerto, se enamoran y escriben juntos una obra de teatro: una ficción que transformará su realidad y la de todos los implicados. Es una historia preciosa, narrada con sencillez, que produce más de una sorpresa al lector.
Así que he estado pensando en las ficciones dolorosas que los seres humanos inventamos para ser vistos de cierta manera. El dolor proviene del miedo a ser descubiertos, de la angustia y la tensión permanentes que produce tener que sostener el engaño; difícil así la existencia. Resulta sorprendente que, a pesar del dolor, optemos por aferrarnos a esa mentira, a esa "farsa". Sí, porque es toda una representación en la que asignamos roles y parlamentos a quienes nos rodean. Parece que tenemos la sensación de que si nos quitamos el disfraz, desapareceremos. Parece que nos vemos a nosotros mismos como seres de aire o como horribles criaturas que, desenmascaradas, produciríamos espanto y nos quedaríamos solos. Quizás en esto radica nuestro empeño en el engaño: tememos no ser amados. Ahora, cuando quien nos ama no ve sino lo que le queremos mostrar, nuestro personaje, ¿a quién ama? ¿Acaso no hay en esta situación más soledad que en cualquier otra? Dejo de tejer... lean "Angélica" y disfruten esa ficción gozosa; quizás podamos, entonces, soltarnos el nudo de la cola (referencia sólo comprensible a partir del libro, lo siento, pero es mi manera de picarles la curiosidad).

2 comments:

Héctor Villa said...

Hola Penélope. Me adhiero a todos aquellos que se alegran cuando vuelves a enhebrar y lanzar puntadas. Tu post me hace recordar dos vivencias recientes:

Caso 1: Una chica resolviendo una encuesta laboral por internet, contesta las preguntas sobre su personalidad de acuerdo a lo que se espera del cargo al que aplica y no de acuerdo a lo que en realidad es. ¿Acaso tiene temor de ser rechazada por mostrarse como es, o está dispuesta a vender su título de individuo por el de empleada?

Caso 2: La mayoría de las personas utilizan máscaras estandarizadas cuando desean conquistar a alguien. sólo cuando el enamoramiento se agota o cuando ya han obtenido lo que quieren, se cansan o se olvidan de la máscara. ¿Acaso el enamoramiento se extingue si se fundamenta en la honestidad?

Compromiso grande el que tienen los docentes al enseñar a valorar las diferencias. Abrazos.

H.

Anonymous said...

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