Wednesday, April 20, 2005

Puntada sobre la complejidad

Cuando era niña sentía una enorme fascinación por los álbumes, llené de todos, desde el tradicional Jet hasta unos en los que se recortaban trajes con sombreros y zapatos para vestir muñecos. Recuerdo en particular uno que se llamaba "Amor es", no uno de muñequitos empelotos bastante simplones, sino otro que tenía unos dibujos de encanto bucólico que, a través de escenas, pretendía definir el amor. Amor era: que te regalaran flores, que te compartieran la chocolatina, que te invitaran a dar un paseo en cicla, que te escribieran un poema... No lo llené todo, así que me quedé con muchos vacíos y serias inquietudes acerca de la naturaleza y la esencia del amor. Probablemente de esa carencia me surgió la curiosidad que hoy me tiene dictando una clase sobre amor y erotismo... Claro, me lo sigo preguntado incluso ahora que he pasado por varias experiencias amorosas, que he sufrido por amores platónicos, que he padecido amores patológicos, que he inspirado (modestia aparte) amores obsesivos, que vivo un amor pleno y en constante construcción. Pues hoy, en medio de la clase, he tenido una revelación. No voy a definir el amor, no se entusiasmen, pero creo haber comprendido algo importante (preámbulo de tambores suspensivos, brrr,brrr,brrr...): amar es percibir la complejidad del otro. (Veo expresiones de decepción, lo siento, entro a dar explicaciones) Lo simple no nos produce curiosidad, no insita el deseo de explorar, de develar el misterio; en términos generales, percibimos el mundo y a los seres del mundo como simples, fácilmente encasillables, descifrables de una mirada. Pero a veces, del montón indiferenciado, surge una criatura que tiene profundidad, un ser cuyos matices parecen nublarse, un sujeto que se nos escapa, que no cabe en nuestros encuadres, que nos mueve hacia él, que nos inquieta. Durará el amor en tanto que ese ser no nos sea plenamente revelado, en tanto siga generando nuestro morboso deseo de conocerlo completo. Hay seres inagotables, sorpresivos, mutables... esos son los "amables". Y no sólo se trata de personas; creo que el amor por un campo de conocimiento, por un arte, por una cultura, por los espacios, funciona de la misma manera. Amamos lo que nos desestabiliza, lo que nos saca de casillas, lo que nos obliga a transgredir nuestras lógicas, lo que nos desborda. Creo que aquí también yace el principio de lo religioso. Amor es... el deseo de abarcar lo otro y sentir, sin frustración ni rencor, que no se alcanza. De igual manera que la esencia del deseo radica en la imposibilidad de saciarlo, el amor exige de quien ama nunca llegar a decir "te conozco". He dicho, claro, no la última palabra; sobre el amor no hay palabras definitivas...

3 comments:

Anonymous said...

Después de leer esta puntada pensé dos cosas:
1. Qué cierto es todo eso...
2. Pareces una Carolina Bradshaw diciendo "I couldn't help but wonder: what the hell is love?" (si sabes a que programa de tv me refiero)

Ana M. González ;-)

Anonymous said...

Hola, soy Luis y llegué a este blog de no tanta casualidad. Leyendo tus reflexiones del amor recordé algo que hace poco había leído de un libro que es imprescindible, El Principito. El principito da una respuesta muy simular a la tuya de lo que es el amor. El lobo le explica a este pequeño principe alien el término "domesticar": crear lazos. Y eso es lo que hace el amor, crear lazos con una persona. Ese lazo es lo que hace que la persona a la que amamos, y que nos ha domesticado, sea distinta de las otras personas. Es lo que hace que una rosa, como en el caso del petite prince, sea especial , nos haga perder el tiempo por ella, y diferente de las infinitas rosas que existen en el mundo. El pequeño enamorado va a al jardin y notablemente ofendido le grita a las rosas: Soís bellas pero soís vacías!
Que el amor sea diferenciar a la persona amada de las otras personas: sí.
Buen blog!

Alice said...

Entonces el amor sería no sólo percibir la complejidad del otro sino desear intentar conocerla sin alcanzarlo...