Monday, March 24, 2008

Puntada sobre los pequeños-grandes placeres

Anoche regresé de Paipa. Estuve 4 días allí, frente al lago Sochagota, rodeada de verde, de azul, de trinos y mujidos y ladridos de Lupe. En las noches, de la chimenea salían el calor y la luz que contrastaban con el brillo de la luna llena y de unas cuantas estrellas reflejadas en la superficie del lago... En las mañanas, una ligera neblina se posaba sobre el paisaje y yo sostenía una taza de café caliente mientras veía a mi perrita explorar sin correas el mundo. Comí delicioso, una trucha marinera, un envuelto de mazorca, un ceviche picante, una carne a la llanera... conversé por horas con Camilo y con nuestros amigos Mireya y Alonso, jugué bolos, leí fascinada un par de libros... En fin, cada día, cada momento estuvo lleno de placer, de felicidad. Sólo siento gratitud por esos momentos y por este de ahora y por los de siempre. El placer y la felicidad no están fuera de nosotros, no están en las cosas o en los hechos, están en nosotros y sólo depende de nosotros convertir las cosas o los hechos en fuentes de placer y felicidad... ser nosotros fuente de placer y felicidad. Un abrazo para todos...

1 comment:

Addiction Kerberos said...

así como ni el placer ni la felicidad está por fuera de nosotros, tampoco lo está la tristeza y el sufrimiento. No, no dependen de las cosas externas, que sólo reactivan esos sentimientos. El dolor y el sufrir nos hacen tomar conciencia de esa otra doble ciudadanía -para exagerar a Sontag- tan costosa y definitiva que es nuestro ser en el tiempo. Pero en esta finitud existe también la belleza. Es un universo hondo que tememos explorar no apenas rozamos nuestros píes en su oscura agua. Una vez inmersos en su espesura infinita, concedemos que hasta la más amarga pena alberga poesía. Le da cobijo. Le besa la frente. Como un padre besa la frente de su hijo delirante en fiebre. Y lloramos, pero es bonito ese llanto, porque no queremos desprendernos, no queremos perdernos los instantes preciosos que ofrece el mundo, un destello, una chispa. La enfermedad resulta bella y remueve los sentimientos, como una ola, como una poesía, como una palabra del amado, es una poesía de la distancia, del instante que perece. Y el amanecer destila a través de la ventana del enfermo.

Tu blog es para mí un gran pequeño placer. Gracias por actualizarlo.