Hace tanto no escribo que siento que estas palabras iniciales serán como pedalazos torpes de quien le ha quitado las rueditas de apoyo a su biscicleta por primera vez. En enero de este año, un amigo medio brujo me dijo que las estrellas favorecerían los cambios, la experimentación, mi apertura a probar mis talentos en nuevos territorios y a descubrir habilidades que no sospechaba tener; en enero, sí, y me advirtió que nueve meses después, es decir, desde septiembre y octubre, esta influencia estelar para la transformación iba a ser más fuerte. Yo imaginé un par de posibilidades, planeé un viaje, acepté variaciones laborales (digo "variaciones" porque las conferencias y los talleres intensivos son clases en otro formato), me corté el pelo, regalé la ropa que ya no me ponía, cambiamos el piso del apartamento... Pero nunca imaginé que la transformación fuera tan fuerte y tan repentina; voy a caer en un lugar común, pero la cosa sí fue kafkiana. Todas mis rutinas se alteraron, mi ciudad ahora es otra, los encuentros tienen diversos caracteres... y claro, ha pasado un mes y aún no me siento ubicada. El jueves, por primera vez, llegué a mi casa (Camilo está de viaje, así que sólo Lupe y su mirada enternecedora fueron mi eco), me serví un vaso de vino y, con nitidez, me sentí desbordada. La palabra me gusta, porque además de referirse a esa sensación de que todo es más grande que yo, que no soy capaz de contener y manejar nada... habla de cómo el hilo va siendo arrancado, halado, y vuelve a reposar crespo y enredado en una canasta; un poco así, como si a mi tejido se le hubiera "ido un punto", como si se hubiera abierto una grieta mínima y por ella se estuviera escapando la noción que tengo de quien soy... No me asusta redefinirme, sólo que siento que no hay equilibrio entre la identidad que se está fugando a chorros y la nueva identidad que se supone debería estarse tejiendo. Creo que apenas tengo los ovillos, pero ni idea de qué hacer con ellos. Así que el jueves, desbordada, lloré; ese llanto que no tiene afanes ni pretende nada, ese llanto que es sólo una válvula de escape, porque era necesario, supongo, dejar salir un poco de lo que tengo dentro, para volver a tener niveles de saturación comprensibles, manejables. Quizás no haber escrito en tanto tiempo (mi válvula confiable), me haya llevado a esta saturación; quizás es sólo normal, como todos me dicen; quizás la noche del jueves, con la Catedral iluminada y un cielo de intenso azul de fondo, fue simplemente propicia para sentir el impacto estelar en mi vida... No sé, aún me siento desbordada, ya pasó el pánico inicial porque entendí que no me voy a hundir, que no voy a naufragar; espero que el tiempo haga su tarea. Dejo de tejer, y prometo no dejar por tanto tiempo abandonadas las agujas. Un abrazo para todos.
4 comments:
Volviste Carito!!! Gracias...me hacías falta...y más ahora cuando a mí también las cosas se me están poniendo de cabeza...Un abrazo...
fue una conjugación estelar, haber podido encontrar tu blog, Carolina. Realmente me parece que está muy bien escrito y se refiere a temas inquietantes y contrastantes. Mostrarse a los otros en un blog, tambien tiene algo de kafkiano, de transformista, de falseador de la identidad. Me encataría que visitaras mi página alguna vez.
Saludos
La vez pasada hablabamos sobre las palabras en inglés que nos gustaban con mi amiga Anna. Una de las palabras fue: overwhelming. Esa palabra que denota ese sentimiento de embargo ante los acontecimientos de la vida que nos "desbordan" de cierto modo. La traducción usual suele ser sobrecogimiento. Lo que más me agrada de los blogs en este sentido es ver como existen miles de cucarachas allá, en ese vasto mundo, igual de sobrecogidas a mí, que tal vez los mitos de seguridad y certeza sobre el mundo que nos atañe no corresponden a un imperativo universal. Y a veces siento Carolina que los estratos de la realidad se van esfumando lentamente mientras cierro impotente los puños. No sé de que sirva manifestar la tristeza, si realmente los asuntos internos sean demasiado privados como para poder interesar al otro, si sea idealista pensar en los sentimientos universales de los que se ufana la literatura. A veces he llegado a sentir un tipo de consuelo, de alivio, con la noticia de que otros han sentido el mismo dolor que ha pasado por mí: no obstante, este sentimiento de qué sirve si no como un morbo inoficioso: el dolor no se aplaca del todo y la carencia te termina aplacando en un absoluto ontológico del que no puedes salir como si estuvieras realmente encerrado en esta prisión de carne. A veces uno sólo desea alguien que nos pueda sujetar del hombro mientrás el llanto nos envuelve... desde la operación de los ojos no he extrañado tanto el no poder ver, como creía en ese entoncés, ha sido la imposibilidad puramente física de poder soltar lágrimas: bone china, let the summer come again..
Me alegra que estés de vuelta.
Herr Luis.
Llegué a este sitio rastreando links desde el blog de Chacal. Muy interesante. Por alguna extraña razón, tu nombre me es familiar. No se de donde, pero me suena. En fin, solo quería felicitarte por este blog. Pasaré a leer seguido.
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