Sunday, November 13, 2005

Puntada sobre los desequilibrios necesarios

Domingo, ya casi medio día, cielo bajo y gris... Qué grata sensación: estar en casa, sin mayores proyectos para el día, en piyama, tomando café caliente, escribiendo o leyendo (a propósito, estoy releyendo "En diciembre llegaban las brisas", de Marvel Moreno, que acaba de publicar Norma: muy, muy recomendable), asistiendo sin afán al paso de las horas. Esto es lo que considero un "desequilibrio", algo así como la fiesta, el carnaval, el viaje psicotrópico, el delirio alcohólico, el éxtasis físico... ¿Qué tienen en común un domingo como este y los otros estados de desequilibrio, aparentemente más intensos? Que se rompen los moldes, por un tiempo, nos olvidamos de las expresiones "tener que" o "deber"; son estados en los que flotamos en la sustancia pegagosa de la indeterminación, a la deriva, sin vientos ni brújulas, simplemente ahí, entonces... Y !cuán necesarios son estos desequilibrios!, paradójicamente los necesitamos para mantener el equilibrio mental, espiritual y físico... Algunos más intensos, otros serenos, unos excesivos y, quizás, algunos "justicos": los desequilibrios son los que nos permiten mantenernos sobre la cuerda floja, porque en ellos probamos las redes que nos salvan de estrellarnos contra el mundo. Durante los periodos de desequilibrio, nos pueden cambiar la mirada y el juicio, se nos puede revelar el otro lado (o los otros lados) de las cosas y de eso que consideramos la realidad. El desequilibrio "consciente" es el asombro, y el asombro es el principio de la comprensión.
Aquí va un poema de Roberto Juarroz:
8
Las palabras no son talismanes
pero cualquier cosa puede
transmutarse en poesía
si la toca la palabra indicada.
No es asunto de magia ni de alquimia.
Se trata de pensar de otro modo las cosas,
palparlas de otro modo,
abandonar las palabras que las usan
y acudir a las palabras que las cantan,
las palabras que las levantan en el viento
como clavos ardiendo en el asombro.
Estacas convertidas en estrellas,
zapatos para calzar crucifixiones,
cegueras abiertas en la espalda del día,
visiones reservadas para volver a despertar,
ternuras que se postergan para salvar el amor.
Se trata solamente de crear otra voz:
la voz ausente dentro de las cosas.
Espero que estas palabras se queden navegando por ahí, a la deriva, desequilibrando un poquito el orden de los días... Un abrazo, hasta la próxima puntada.

2 comments:

Addiction Kerberos said...

Era otro en los días que leí Roberto Juarroz. Era otro, mucho más abierto, más sereno, con más expectativas. Contaba con otra vida, otros problemas, otros sueños. También, no lo puedo negar, era más triste, pero a la vez esa tristeza me hacía fuerte, me convertía ese mundo de inseguridades en un bunker contra los otros, quienes vivían al aire libre sus felicidades, su vida, sus amores. Yo no conocía el amor y mi mayor deseo era encontrarlo en la justa proporción que correspondiera al que estaba dispuesto a brindar. Mientrás tanto todo ese amor no-brindado a un cuerpo se lo daba a las ideas, a las palabras, a las tardes insondables. Luego conocí el amor y junto a él, su respectivo desamor. Pude ver con desamparo como el árbol cosechado en tantos años de espera empezaba a deshojarse en un eterno otoño que aún no termina. Me estaba pudriendo el corazón y la poesía ya no me servía de salvavidas sino que me sumergía más. Recuerdo las palabras del loco Jattin: Despreciable y peligroso, eso ha hecho de mí la poesía y el amor. Era otra la poesía, era otro el lector, eran otras cosas las que escribía. Era más triste en esos días, sí! Pero también era más feliz con mi tristeza en esos días.
A veces pienso que haber conocido el desequilibrio que brinda el amor de nada sirvió. De nada sirve ser un nuevo Luis, con el ramaje podrido y el tronco más firme debido los años. Cuánto deseo volver a ser esa joven planta endeble. Jamás volví a leer Juarroz sino hasta ahora, que lo encuentro en tu blog.

Leerte siempre me deja navegando mil preguntas, es lo que me encanta de tu blog. Me produce, en tus términos, in-quietud: una in-quietud fulminante.

Un cordial saludo.
Herr Luis.

Anonymous said...

Penélope, en esta semana de finales lo que menos quiero son desequilibrios pero parece que ellos inevitablemente han encontrado un camino para hacerme la vida más complicada. No puedo esperar al equilibrio de los primeros días de vacaciones! Espero que nos veamos algún día ya que el mundo académico te es extranjero.
Un abrazo