A veces sucede que comprendemos, gracias a la experiencia, algo que "en teoría" teníamos claro. Este fin de semana comprendí por qué la compasión (sentir con el otro) sólo es posible si hay contacto directo. Me explico: cuando vemos en la televisión o escuchamos por la radio o leemos en el periódico acerca de los padecimientos ajenos podemos sentir pesar, inquietud o lástima por lo sucedido a esos otros, pero de allí no pasará la emoción (nunca se volverá un sentimiento) e, incluso, trataremos conscientemente de que no supere ciertos límites (cambiaremos el canal, nos dedicaremos a otra actividad, pensaremos en otras cosas -nuestras cosas-). Lo que vemos mediado por la tele-visión (el prefijo tele significa "a distancia") y demás medios, pertenece al ámbito de lo distante, de lo lejano, del territorio sobre el cual no podemos actuar; esta es la razón por la cual no despierta nuestra compasión (de latín cum, que significa "reunión, cooperación y agregación"; y del griego pathos, que signfica "padecer, padecimiento") y por la cual optamos por la indiferencia (en cierta medida, el hecho de sentirnos impotentes -no poder actuar- nos produce frustración, así que preferimos anular la emoción dolorosa para no experimentar la frustración... en términos generales, nos vemos impulsados a ayudar al necesitado que vemos).
Esta es la teoría que se transformó para mí en una comprensión a partir de la experiencia. Y ¿cuál fue mi experiencia? Estuve ayer en la Sociedad Protectora de Animales, fuimos Camilo y yo a llevar un bulto de concentrado para perros... y ya. Pero la veterinaria nos invitó a conocer a los animalitos que tienen allí de manera transitoria (son todos candidatos para la adopción), entonces sentí el dolor y el miedo, así como la ternura y la alegría de estos perritos rescatados del maltrato y el abandono, pensé en mi Lupe, en todo el amor que recibe y que me da, en cuán afortunadas somos ambas de tenernos y cuán triste puede ser la vida de otros animales. No se trata de que yo ignorara este hecho, claro que no; pero viendo de cerca esta realidad fue que lo comprendí (existe una gran diferencia entre saber y comprender). Ahora me pregunto sobre mi indiferencia al sufrimiento o a las necesidades de las personas, de los seres humanos que me rodean pero de quienes también estoy alejada; ahora me pregunto por el amor en esta otra dimensión, el amor al prójimo (por cierto, prójimo viene del latin "proximus", cercano), por la compasión necesaria para construir la convivencia amorosa... Si el arte tiene como misión "dar a ver", "acercar"... cuánta falta nos hace el arte para contrarrestar los efectos distanciadores de los medios de comunicación... Esto será tema de una próxima puntada. Me despido con una invitación: apadrinen un perrito, no hace falta adoptarlos para ayudar... visiten la Sociedad; calle 63 No. 26 - 40 Tel: 212 84 97... acérquense, no muerden. Un abrazo para todos.
3 comments:
Hola.
Son increibles las barreras que se han levantado entre las personas; vivimos siempre "tan cerca y tan lejos" unos de otros, que nos hemos convertido en tribus de un solo individuo. Aún así, que bonito es reconocer aunque sea por un instante que hacemos parte todos de la misma tribu: humanos, animales y plantas. Gracias por tus palabras reconfortantes y por tu voluntad por querer cambiar las cosas.
Un Abrazo.
H.
PENÉLOPE, VUELVE! :(
Tener un blog es un buen ejercicio para mejorar la escritura. Me gusto mucho los textos que publicas, es más, me animé a abrir un blog de nuevo. Espero que pases por el mio. Un abrazo.
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