Quizás esto les pasa a varios, quizás a muchos,
probablemente nos pasa a todos... A veces me quedo paralizada por esta
sensación de que para poder enseñar algo, acompañar a otros, ser
valorada y amada debo ser perfecta, debo saberlo todo y hacerlo todo
bien. Como no es el caso, hago muchos esfuezos por parecerlo. Esto
implica que la energía se me va en un gran esfuerzo por disimular,
encubrir, ocultar mis "imperfectos actos, pensamientos, deseos o
preocupaciones", eso que considero mis debilidades y que creo
incompatibles con mi propósito de servir, de comprender, de enseñar.
A veces no sé cómo conversar con mi esposo, muchas veces me equivoco en esta labor de ser mamá, en algunas ocasiones estoy tan cansada que no quisiera levantarme y mucho menos sonreír, varios días peleo con los kilos que quisiera no tener, me deprime ver que se me cae el pelo y me siento mal porque "no debería preocuparme por esas cosas mundanas"... En fin, el sufrimiento se origina en mi creencia de que debo ser perfecta para ser amada y no soy lo suficientemente buena... Hoy estoy cansada de esta apestosa y pantanosa sensación. Y decidí compartirlo porque leí en un maravilloso libro de Brené Brown (www.brenebrown.com) que la vergüenza se alimenta del silencio, crece en el secreto, que al poner en palabras esto que nos avergüenza, traemos a la luz a esas criaturas oscuras y así les restamos poder.