Tuesday, November 29, 2005

Puntada sobre los nuevos personajes

Una alumna me pidió que escribiera algo sobre el erotismo en el cine y la literatura del Siglo XX, fácil, claro, y me dio dos cuartillas... aquí va el resultado de semejante apriete:

EL EROTISMO EN LA LITERATURA Y EL CINE CONTEMPORÁNEOS
Alcanzamos a aburrirnos de los finales felices que parecían obligatorios en el cine y en la literatura; sin embargo, ahora los echamos de menos. Salvo de las comedias románticas, de las telenovelas y de las novelas gringas tipo best seller, las relaciones amorosas han sido desterradas; incluso las consideramos una cursilería, aunque en el fondo sigamos anhelando el beso final como augurio de que viviremos algo semejante. Actualmente leemos y vemos mucho sexo, angustiosas búsquedas de pareja, recurrentes fracasos y, claro, toneladas de frustración: es decir, soledad. La relación de pareja parece una utopía, un invento de generaciones anteriores que no tiene posibilidad de ser en estos días, y del erotismo… Bueno, creo que tampoco abunda, aunque veamos mucha carne en las pantallas, no es frecuente lo verdaderamente erótico; la pornografía se ha tomado la casa. Vamos por partes.
Desde finales del Siglo XIX, el arte se propuso la recuperación del cuerpo, de los sentidos. Encontramos personajes que sufrían porque estaban desgarrados; la sociedad mutilaba a los hombres, condenándolos a ser racionales y morales. La sensibilidad física y el deseo debían contenerse, reprimirse; cuando se les daba rienda suelta acaecía la tragedia. Esta reivindicación de lo corporal se fue dando paulatinamente. A partir de los años 60, las sensaciones han sido las protagonistas. El cuerpo se convirtió en un territorio de exploración que se recorría a bordo de múltiples naves: desde las sustancias alucinógenas hasta los cuerpos ajenos. El cuerpo del otro dejó de ser destino para ser medio, pretexto de experimentación personal. La pregunta pasó de ser "¿Hasta dónde soy capaz de llegar en mi viaje hacia el otro?" a "¿Hasta dónde soy capaz de llegar en mí mismo y mis sensaciones?": el comienzo del aislamiento sensorial y emocional, de la supremacía del cuerpo.
Luego vino el uso y el abuso del cuerpo como estrategia de mercadeo: si no se veían o se leían cuerpos desnudos el relato no resultaba muy comercial. Las escenas eróticas se valorizaron, así como las persecuciones y las mentes criminales. Dejamos de hablar de personajes, de buenas actuaciones para hablar de "símbolos sexuales" y, en la literatura, de "autores polémicos". Polémicos porque convirtieron su vida sexual en tema público, quizás en la misma proporción en que sus obras carecían de tema… En pocos años, pasamos de considerar un escándalo la revelación de la homosexualidad de una figura pública a pensar que resulta incluso vergonzoso no haber tenido "experiencias" homosexuales, grupales, alucinógenas o todas las anteriores a la vez. Y este afán de experimentación unido al culto del cuerpo joven y bello (desde ciertas concepciones bastante restrictivas) ha generado un nuevo tipo de personaje cinematográfico y literario: el solitario depresivo y neurótico. Aún en medio de las multitudes y teniendo a su alcance los más sofisticados medios de comunicación, incluso relacionándose sexualmente de numerosas y variadas formas, estos personajes se descubren incapaces de establecer relaciones verdaderas, ni siquiera con ellos mismos. Obligados a permanecer en el exterior, en la superficie, en las apariencias, actúan de manera aparentemente libre, pero están sometidos por reglas y poderes económicos que los usan y los sobrepasan. No saben permanecer dentro de ellos mismos, lo que hace de los cuerpos cascarones vacíos. De ahí que al relacionarse sexualmente con otros cuerpos, el contacto no sobrepase la capa de piel; incluso para experimentar sensaciones físicas significativas requieren estimulantes de naturaleza múltiple, porque el estimulante natural es la imaginación, pero los cuerpos sin alma no imaginan. Lo que nos diferencia de otros animales no es el lenguaje (muchas especies se comunican), sino la imaginación. La imaginación convierte el sexo en erotismo y el erotismo en amor. Nuestros personajes contemporáneos se sienten solos y buscan, sin éxito, la compañía fuera de sí mismos; cambian periódicamente de sucedáneos de presencia real. Pero sin mirarse, sin imaginarse, no conseguirán sentir aquello que tanto anhelan y que tanto temen: el erotismo y el amor. Los cuerpos han remplazado a las personas, pero un cuerpo no es un personaje interesante, se agota con tanta facilidad como se agotan las relaciones fundadas en él.
Como colofón que no tuvo lugar en el texto original, creo que el arte verdadero siempre nos alerta sobre estas mutilaciones; no todas las películas ni todos los libros son obras de arte, en las verdaderas obras, la existencia de este tipo de personajes actúa como espejo-alarma, nos llevan inevitablemente a pensar en nosotros mismos.... Un abrazo conmovido por esos comentarios... Hasta la próxima puntada.

Sunday, November 13, 2005

Puntada sobre los desequilibrios necesarios

Domingo, ya casi medio día, cielo bajo y gris... Qué grata sensación: estar en casa, sin mayores proyectos para el día, en piyama, tomando café caliente, escribiendo o leyendo (a propósito, estoy releyendo "En diciembre llegaban las brisas", de Marvel Moreno, que acaba de publicar Norma: muy, muy recomendable), asistiendo sin afán al paso de las horas. Esto es lo que considero un "desequilibrio", algo así como la fiesta, el carnaval, el viaje psicotrópico, el delirio alcohólico, el éxtasis físico... ¿Qué tienen en común un domingo como este y los otros estados de desequilibrio, aparentemente más intensos? Que se rompen los moldes, por un tiempo, nos olvidamos de las expresiones "tener que" o "deber"; son estados en los que flotamos en la sustancia pegagosa de la indeterminación, a la deriva, sin vientos ni brújulas, simplemente ahí, entonces... Y !cuán necesarios son estos desequilibrios!, paradójicamente los necesitamos para mantener el equilibrio mental, espiritual y físico... Algunos más intensos, otros serenos, unos excesivos y, quizás, algunos "justicos": los desequilibrios son los que nos permiten mantenernos sobre la cuerda floja, porque en ellos probamos las redes que nos salvan de estrellarnos contra el mundo. Durante los periodos de desequilibrio, nos pueden cambiar la mirada y el juicio, se nos puede revelar el otro lado (o los otros lados) de las cosas y de eso que consideramos la realidad. El desequilibrio "consciente" es el asombro, y el asombro es el principio de la comprensión.
Aquí va un poema de Roberto Juarroz:
8
Las palabras no son talismanes
pero cualquier cosa puede
transmutarse en poesía
si la toca la palabra indicada.
No es asunto de magia ni de alquimia.
Se trata de pensar de otro modo las cosas,
palparlas de otro modo,
abandonar las palabras que las usan
y acudir a las palabras que las cantan,
las palabras que las levantan en el viento
como clavos ardiendo en el asombro.
Estacas convertidas en estrellas,
zapatos para calzar crucifixiones,
cegueras abiertas en la espalda del día,
visiones reservadas para volver a despertar,
ternuras que se postergan para salvar el amor.
Se trata solamente de crear otra voz:
la voz ausente dentro de las cosas.
Espero que estas palabras se queden navegando por ahí, a la deriva, desequilibrando un poquito el orden de los días... Un abrazo, hasta la próxima puntada.

Saturday, November 05, 2005

Puntada sobre sentirse desbordada

Hace tanto no escribo que siento que estas palabras iniciales serán como pedalazos torpes de quien le ha quitado las rueditas de apoyo a su biscicleta por primera vez. En enero de este año, un amigo medio brujo me dijo que las estrellas favorecerían los cambios, la experimentación, mi apertura a probar mis talentos en nuevos territorios y a descubrir habilidades que no sospechaba tener; en enero, sí, y me advirtió que nueve meses después, es decir, desde septiembre y octubre, esta influencia estelar para la transformación iba a ser más fuerte. Yo imaginé un par de posibilidades, planeé un viaje, acepté variaciones laborales (digo "variaciones" porque las conferencias y los talleres intensivos son clases en otro formato), me corté el pelo, regalé la ropa que ya no me ponía, cambiamos el piso del apartamento... Pero nunca imaginé que la transformación fuera tan fuerte y tan repentina; voy a caer en un lugar común, pero la cosa sí fue kafkiana. Todas mis rutinas se alteraron, mi ciudad ahora es otra, los encuentros tienen diversos caracteres... y claro, ha pasado un mes y aún no me siento ubicada. El jueves, por primera vez, llegué a mi casa (Camilo está de viaje, así que sólo Lupe y su mirada enternecedora fueron mi eco), me serví un vaso de vino y, con nitidez, me sentí desbordada. La palabra me gusta, porque además de referirse a esa sensación de que todo es más grande que yo, que no soy capaz de contener y manejar nada... habla de cómo el hilo va siendo arrancado, halado, y vuelve a reposar crespo y enredado en una canasta; un poco así, como si a mi tejido se le hubiera "ido un punto", como si se hubiera abierto una grieta mínima y por ella se estuviera escapando la noción que tengo de quien soy... No me asusta redefinirme, sólo que siento que no hay equilibrio entre la identidad que se está fugando a chorros y la nueva identidad que se supone debería estarse tejiendo. Creo que apenas tengo los ovillos, pero ni idea de qué hacer con ellos. Así que el jueves, desbordada, lloré; ese llanto que no tiene afanes ni pretende nada, ese llanto que es sólo una válvula de escape, porque era necesario, supongo, dejar salir un poco de lo que tengo dentro, para volver a tener niveles de saturación comprensibles, manejables. Quizás no haber escrito en tanto tiempo (mi válvula confiable), me haya llevado a esta saturación; quizás es sólo normal, como todos me dicen; quizás la noche del jueves, con la Catedral iluminada y un cielo de intenso azul de fondo, fue simplemente propicia para sentir el impacto estelar en mi vida... No sé, aún me siento desbordada, ya pasó el pánico inicial porque entendí que no me voy a hundir, que no voy a naufragar; espero que el tiempo haga su tarea. Dejo de tejer, y prometo no dejar por tanto tiempo abandonadas las agujas. Un abrazo para todos.