Tuesday, March 01, 2005

Puntada triste por un amigo ausente

El sábado 26 de febrero, a las cuatro de la mañana, mi amigo Jaime Rubio murió. Intento decir algo coherente acerca de quién era él, pero no logro la hilación... esta será una puntada enredada, ni modos. Me llegan imágenes. El profesor Rubio, como yo le decía, sentado en una mesa de seminario hablando y haciéndonos hablar acerca del hombre, de la alteridad y la dialéctica. O sentado en la cafetería hablando de las series de televisión de la franja maldita. O almorzando en un restaurante de la Macarena, hablando sobre su vida y sus amores, también sobre sus odios y sus sueños. Jaime Rubio sabía escuchar y era un magnífico contador de hechos, tenía un ácido e inteligente sentido del humor y, ante todo, un sentido estético y vital que imprimía a todo lo que hacía. Era un amigo en serio, de esos que acompañan y también nos ayudan a ver lo que no queremos ver. Inteligente y sensible hasta la médula, humano y frágil como todos, pero en silencio. Es difícil pensar su ausencia, es doloroso sentirla. Ha dejado un rastro profundo de ideas, de personas tocadas por él, de afectos grandes e imborrables. Estoy triste porque se ha ido, así, tan de repente; pero no me canso de celebrar haberlo concido, haber sido su alumna y su amiga, haber hecho parte de su vida. Seguiré tejiendo aquí, haciendo confesiones, tratando de encontrarle forma y sentido a estas puntadas, a las experiencias, a la vida y recordando a quienes se han ido, pero no nos han dejado un vacío sino una plenitud en el alma...

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